El ser y el hacer del matrimonio.
Marzo 2010.
Isabel Cristina Bettín Vallejo.
Al recorrer con los ojos una mata de rosa, podemos admirar su bella flor, al olerla podemos sentir ese dulce aroma y al tocarla pasamos de la suavidad del tallo cerca a la flor y a la rudeza de sus espinas al recorrer mayor distancia que nos aleja de ella.
Y se llega a la conclusión que es inevitable e imposible prescindir de cada una de estas características, porque cada una de ellas cumple su mejor función.
Entonces… ¿Qué es el matrimonio?
Indudablemente es una mata de rosa, es un tiempo de estaciones que debería durar toda la vida, de ¿Quién? De quien tome la decisión de aceptarlo y vivirlo.
Soy consciente que a veces no es fácil, hay situaciones insalvables o que al menos requieren de la valentía, generosidad y del perdón del ser y el querer hacer del matrimonio.
En el ser se juega con dos géneros, el masculino y el femenino, cada uno con necesidades, expectativas y deseos diferentes, que se deben respetar, negociar y compartir.
En el ser se juega con la historia de dos familias, que requiere de cada uno el respeto, la generosidad y la flexibilidad al compartir libre, sana y equitativamente.
En el ser se juega con la valiosa individualidad y la complementariedad que requiere el desprendimiento de la familia de origen y el afianzamiento en la nueva relación.
En el hacer se viven los ciclos de las cuatro estaciones, es posible que recién casados disfrutemos del maravilloso verano, al pasar los años podemos entrar en el otoño, para acercarnos al crudo y frio invierno, que nos estremece, pero a la vez pero a la vez nos invita a acercarnos con cariño y esperanza de alcanzar la primavera y el nuevo amanecer.
martes, 16 de marzo de 2010
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