viernes, 19 de octubre de 2012

Hijos de carne y hueso

2012-10-16 Después de unos días de receso laboral la mente, el cuerpo y el alma toman un respiro y nos permite mayor claridad en el pensar, en el sentir y en el hacer. Los paisajes, el contacto con amigos, conocidos y parientes me acercan a la meditación y a la reflexión. Veo caras pero corazones no, puedo oler el aroma de la paz en algunos, la incertidumbre o la pena del dolor y la pregunta del por qué no lo hice, por qué cometí tantos errores y ahora es demasiado tarde. Queridos lectores, me imagino que la mayoría son padres y madres de familia con hijos en formación, quiero invitarlos de corazón hoy, a la reflexión, nuestros hijos son de carne y hueso y como tal necesitan de nuestra experiencia, voluntad y fortaleza para ubicarlos en un mundo real y no ideal. Ellos ahora gozan y disfrutan de nuestro regazo cómodo y abullonado, lleno de oportunidades de viajar, de comer a sus anchas, de gastar el dinero que les damos sin exigir su esfuerzo. Pero… por amor a ellos, no los despojemos de la realidad, se que son niños aún, pero no les evitemos los tropiezos, permitámosles sentir un poco de hambre, de frío, de cansancio, de incomodidades; ellos deben saber y vivir la austeridad, la entrega por otros, ellos deben aprender a esperar su turno, a ser generosos con su tiempo y con sus cosas. Ellos deben aprender a ocupar su lugar en el mundo. Ahora son hijos y no deben comportarse como los mayores, ellos deben hoy aprender a obedecer, a respetar la autoridad, los horarios y los lugares, deben aprender a asumir las consecuencias de sus actos, deben aprender a respetar las diferencias y sentir con empatía y no con antipatía. Pero si ellos deben aprender, somos nosotros, padres de familia los que debemos enseñar; el colegio ayuda, pero no es su responsabilidad. Si nosotros padres de familia, nos encargamos de hacerles un mundo maravilloso, lleno de placer y abundancia de reconocimientos, éxito y admiración los estamos condenando tempranamente al fracaso ante la adversidad, el dolor y la incertidumbre, si los tratamos como seres terrenales, frágiles al dolor y a la cotidianidad, ellos crecerán fuertes como el roble, capaces de superar sus retos y lo mejor con capacidad de amar, perdonar, construir y ser luchadores incansables, si los tratamos como seres humanos que merecen un aplauso y un llamado de atención a tiempo y con motivación pero con moderación ellos no querrán huir despavoridos ante el dolor y el sufrimiento. No lo olvidemos son y somos de carne y hueso y como tal debemos ser preparados para la vida.