Increíble, con todos los adelantos de la ciencia, los
seres humanos en nuestras relaciones
involucionamos de manera
ejemplar. Y creo que somos los únicos seres vivos que en vez de mejorar
retrocedemos. Esta es una realidad
seguramente de ayer, hoy y posiblemente del mañana.
Toda esta parafernalia pesimista, corresponde a una
realidad para mí difícil de aceptar. Los padres de familia mal llamados
adultos, sometemos a los niños a un
conflicto de lealtades que ellos y seguro nosotros o ninguna persona está en
capacidad de manejar.
De una manera tal vez ingenua les decimos a los
menores:
“No le digas a tu mamá”; “No le cuentes a tu papá” Es posible que esta frase vaya acompañada de otra como ésta: “Tu mamá… se va a poner furiosa”; “Tu papá… nos va a matar”.
“No le digas a tu mamá”; “No le cuentes a tu papá” Es posible que esta frase vaya acompañada de otra como ésta: “Tu mamá… se va a poner furiosa”; “Tu papá… nos va a matar”.
Te imaginas esta carga emocional para un niño o una
niña de 4,5,6,7,8 o 10 años? En vez de
ser un pequeño que debe estar jugando con sus amigos y que posiblemente su
mayor preocupación es cumplir con sus deberes escolares, está confundido y
sometido a algo que él no entiende.
Eso en algunas familias lo llaman: “Pacto de
silencio”, en otras simplemente “un secreto entre nosotros”. Les estamos
enseñando a los niños que deben existir los secretos, en mi concepto los pactos
de silencio o los secretos no deben existir. Seguro que todos manejamos algo de
intimidad, pero secreto quiere decir: “Cosa que cuidadosamente se tiene oculta,
sigilo”.
Queda en su consideración definir si es sano para un
niño o una niña ser sometido a tal presión; para mi es claro y contundente, es
peligroso e injusto hacerlo así.
En psicología esta situación que compromete la mente
y la emoción de los pequeños se presenta cuando las parejas entran en conflicto
y triangulan, esto quiere decir que ubican en medio del conflicto a alguno de
sus hijos, quien recibe toda la carga emocional, los mensajes verbales e
incluso no verbales de esos adultos que no tienen la sensatez de protegerlo; si
no sacar sus conflictos y de alguna
manera defenderse del otro, sacrificando la salud emocional de su hijo o de sus
hijos.
Los invito a que seamos sensatos y apliquemos esta
frase que alguna vez escuché: “Nunca es tarde para parar y siempre es temprano
para empezar”.