jueves, 10 de mayo de 2012

El sombrero del mago




Los años van pasando y en estos días me he dado cuenta, que cada vez que me siento a reflexionar siento que mi trabajo está siendo como el de un espectador que espera con ansiedad que va a salir del sombreo del mago.
Cada mañana me levanto sin saber a que me voy a enfrentar, tengo la fortuna que mi oficina es de puertas abiertas, puede llegar el chiquitín de preescolar, como el estudiante de primaria, bachillerato, el profesor, los padres de familia, alguien de servicios generales, en fin, de lo que si estoy segura es que un día no es igual al otro.
Y volviendo al sombrero del mago hoy me encontré con los consejos que Don Quijote le dio a   Sancho Panza antes de ir a gobernar la ínsula. Y me pregunto de nuevo ¿Será que esta generación conoce a los personajes de mi historia? Supongamos que … en fin mejor no supongamos, por tanto continúo, una de las cosas que le dijo Don Quijote a Sancho Panza fue: “Has de poner los ojos en quien quieres, procurando conocerte a ti mismo, que es el más difícil conocimiento  que puedas imaginarte”. Y que sabio fue, yo me siento frente a estos divertidos, inteligentes, curiosos y vivaces chiquitines y les pregunto acerca de sus gustos, miedos, alegrías, preferencias gastronómicas etc. Y la mayoría contesta con seguridad y picardía, entonces ¿en que momento se va perdiendo ese hilo conductor?
Cuando son adolescentes se ven enfrentados a presiones sociales que a algunos les impide tomar sus propias decisiones, deben estar avaladas por el concepto del grupo; si terminan con su pareja, inmediatamente e instintivamente desean terminar con su existencia; cuando se les habla acerca de las biografías de personajes valiosos de la humanidad, manifiestan… esos temas no me importan.
Cuando se enfrentan a salidas sociales,  a fiestas, excursiones, paseos escolares, parecen haber perdido el rumbo, la idea es hacerlo todo AHORA, sin respetar límites de prudencia o de cortesía, soy el dueño del mundo y como tal todos deben bailar a mi ritmo.
Pero cuando uno habla con sus padres ellos fueron harina de otro costal, tuvieron y tuvimos normas, limitaciones, oportunidades, libertad y control, pero lo más importante… tuvimos papás en casa, que nos guiaban con el  temor de equivocarse pero sin miedo a frustrarnos, por el contrario eran recios, exigentes, y valientes.
Padres de las generaciones jóvenes, el NO, no mata a nadie, el ESPERAR UN POCO, tampoco, el enfrentarse  a un poco de hambre, de frío y de frustración no los hará débiles, luchemos por lo fundamental, LOS VALORES, la empatía, el servicio a los demás, no alimentemos su apatía, son seres humanos maravillosos que necesitan de nuestra exigencia y confianza, ellos son una gema.
Padres no nos dejemos sitiar, no perdamos el rumbo, la brújula la llevamos nosotros, debemos caminar juntos con los hijos, no llevarlos cargados o atados a nuestras exigencias, respetemos su individualidad, potencialicemos sus habilidades, celebremos con prudencia sus triunfos, no los endiosemos, ellos son tan humanos como nosotros, eduquémoslos para la vida de servicio,  que enfrenten y afronten sus triunfos y fracasos, que asuman las responsabilidades de sus actos y lo mejor es que se proyecten como personas de bien. Eso los hará grandes y la humanidad será cada día mejor.


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